Actualmente, el rol de las mujeres en la sociedad es cada vez más visible. Nos hacemos presentes en el espacio público, lo reclamamos e insistimos en poder transitar libres y sin miedo. Quienes vivimos en una ciudad o cerca de ella gozamos de los beneficios y comodidades que ofrece, pero ¿qué sucede con las mujeres que viven en comunidades rurales?, ¿se apropian o participan en los espacios públicos?, ¿reclaman oportunidades laborales, sus derechos reproductivos, de salud, equidad o paridad de género?
Está reflexión surge porque hoy, 15 de octubre, es el Día Internacional de la Mujer Rural, que normalmente, en la red se les representa como productoras de alimento. Por lo cual, es vital reconsiderar qué es ser una mujer rural, qué las representa y las define, pues su visibilidad no debe limitarse a la imagen colectiva que se tiene de una señora campesina con delantal, de escasos recursos y analfabeta. Sino que son mujeres que además de dedicarse a la agricultura, son amas de casa, artesanas, maestras, vendedoras, cuidadoras, esposas, doctoras, veterinarias, enfermeras, productoras. Mujeres que destacan por la manera en que logran desarrollarse pese a las tantas limitaciones de su entorno.
Las mujeres que viven en ámbitos rurales representan, además, un punto de fuerza en el conocimiento, desarrollo y crecimiento del país por su aporte cultural y económico. Esta es la relevancia que tiene la mujer en el ámbito rural. Son contribuyentes de cambio y para que continúe siendo así y mejore su condición de vida es clave contribuir con su desarrollo.
¿Cómo? Comprando sus productos sin regatear los precios, organizando jornadas educativas, tanto en educación sexual, de salud y de conocimiento académicos; apoyando a las que hablan una lengua materna para que puedan transmitir sus enseñanzas, conocimientos y entendimiento del mundo, pues la sociedad urbana en estos tiempos de digitalización carece de una identidad cultural.
Ser mujer rural indígena, afrodescendiente, o simplemente ser una mujer que vive en una zona rural no debe seguir presentándose como una estampa de pobreza, ignorancia y vulnerabilidad. Para un cambio la clave siempre es la inclusión.