Ser empresario en México es un acto heroico, ante la enorme cantidad de obstáculos que tenemos que enfrentar todos los que nos dedicamos a este noble oficio. El mundo ha cambiado. No cabe duda de que la globalización nos transformó. Ha traído mayores flujos internacionales de inversiones, de mercancías y de personas. Abrió las fronteras. Pero a la par de la reducción de la pobreza a nivel internacional, del mejoramiento de los índices de salud, de los avances en la alfabetización y de los mayores flujos de información, se presentan retos que incluyen: un crecimiento insuficiente de la economía, la persistencia de la desigualdad, la falta de oportunidades, la inestabilidad financiera, la degradación ambiental y la difusión instantánea de verdades a medias o incluso de mentiras abiertas
Nos queda claro que los roles tradicionales de los sectores de la sociedad se están modificando. Es evidente que debemos actuar con estrategia, para no condenarnos a la irrelevancia. Es hora de montarnos en la ola y no quedarnos en la resaca.
Forjemos un país en el que todos ponen y todos ganan. Pasemos de un país de potenciales a un país de realidades. En el que todos los mexicanos trabajemos para construir la paz y la prosperidad, cada quien de acuerdo con sus capacidades y posibilidades. Sólo así podremos tener un país del que todos nos sintamos orgullosos; donde logremos el viejo anhelo de traer bienestar a todos los mexicanos.